miércoles, 16 de abril de 2014

La hipocresía de los moralistas que se escudan con la biblia

La propuesta de Ley de Unión Civil, ha sacado el lado más chabacano de un sector conservador de la sociedad peruana. Ya hemos escuchado a los que están a favor y en contra de esta Ley que busca la igualdad de derechos entre todos los peruanos. Y lo más importante es que la igualdad de derechos entre homosexuales y heterosexuales es reconocida por la nuestra Constitución y los tratados internacionales que el Perú ha firmado. También los informes jurídicos de la Defensoría del Pueblo y el Ministerio de Justicia. ¿Por qué? porque, justamente se tratan de derechos humanos, derechos fundamentales que deben ser garantizados por el Estado.

Y en la región San Martín ¿cómo estamos tomando el tema? Nadie se ha pronunciado. Contamos con una organización que representa a la comunidad LGTBI que es la Asociación Diversidad Sanmartinense. Sería interesante que los amigos y amigas de esta  organización se manifiesten. Sólo unidos y comprometidos se podrán conseguir estos derechos legítimos que reclama la población LGTBI. En la región necesitamos que las organizaciones sociales se pronuncien sobre estos temas. 

Pero algo más importante que necesitamos en San Martín es que la gente abra los ojos y aprenda  a indignarse frente  la injusticia. Que sea solidaria con el prójimo, que sea consciente que necesitamos una sociedad  más justa, más equitativa. Donde los  derechos sean iguales para todos y no sólo para aquellos que ostentan el poder económico. Necesitamos gente que se la juegue no sólo por él sino por todos. Sólo así evitaremos salir  las calles a reclamar y a exigir derechos. Sólo así vamos a evitar  tanta violencia, tantos asesinatos que se han vuelto cotidianos.

Es hora que despertemos y nos unamos a las luchas para lograr un mundo mejor. Es hora de que nos indignemos cuando no se quieren reconocer los derechos de una minoría que por ser diferentes, que por amar y desear  a una persona de su mismo sexo tengan que ser humillados, abandonados y hasta asesinados. Es hora de que los llamados “moralistas” empiecen a entender que somos diferentes, que en una sociedad tan plural como la nuestra todos tenemos derechos y que deben ser respetados. Sobre todo aquellos que de moralistas no tienen nada.


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