Por: Joel Odar Egúsquiza
A finales del mes de enero, hice
público mi apoyo a Alfredo Barnechea, candidato de Acción Popular, cuando este aún
aparecía en el grupo de “Otros”, en las encuestas. A partir de ello algunas
personas criticaron mi posición porque consideraban que mi voto debía ser por
Verónica Mendoza del Frente Amplio, que en ese momento ya tenía 3%. Entendí que
quienes se sorprendían por esta decisión conocían de mi identificación hacia la
candidata, no solo durante este proceso electoral sino por todo su desempeño en
el congreso.
Sin embargo, quienes estuvimos
cerca del proceso de la más amplia unidad, sabemos lo difícil y complejo que
resultó. Las organizaciones identificadas como de izquierda pasaron años
intentando conformar una sola propuesta rumbo al 2016, algo que finalmente
nunca se logró. Algunos, integrantes de propuestas políticas de carácter más
ciudadano insistíamos que la más amplia unidad no solo se construye con las
organizaciones de izquierda sino con la ciudadanía misma y que por ello la
convocatoria debería ser a las ciudadanas y ciudadanos del país. Es aquí donde
nace nuestra principal diferencia.
Ya a inicios de este año
(tardíamente), Alfredo Barnechea, irrumpió en la escena electoral, con
propuestas muy concretas y directas, sobre la renegociación del gas, costos de
las medicinas, modificaciones en los impuestos para la clase media y educación
de calidad. Esta capacidad de comunicación impactó tanto en la gente que
rápidamente pasó a definir la agenda mediática, haciendo que el propio
presidente y los demás candidatos sigan su pauta.
Después de ello las mediciones de
esa primera exposición dieron porcentajes muy similares, con una ligera ventaja
para Barnechea. Mendoza se había estancado, pero nunca abandonó la coherencia
con su programa de izquierda, más aun si el Frente Amplio nunca tuvo como
principal objetivo ganar las elecciones sino más bien representar una genuina
fuerza política de izquierda que impulsara en el legislativo las reformas
necesarias y que hiciera el camino para el 2021.
Sin embargo, la pregunta de ahora
y siempre fue: ¿Esa coherencia con el programa de izquierda, permitiría o
permitirá, ganar las elecciones 2016? La respuesta en un escenario totalmente
distinto al de hoy, era definitivamente no. Con García en un quinto lugar; con
un Julio Guzmán; en un cuarto lugar pero con mucha proyección a subir; con un
Acuña en tercer lugar, también con proyección a subir, pero sobre todo con mucho
dinero; con un PPK consolidado y con Keiko siempre con un 30%; necesitábamos
mucho más que un programa ideológico, necesitamos una opción que compita eficazmente
frente al agotado modelo y sus defensores.
Todos conocemos la historia de
cómo, justa o injustamente, el escenario cambió radicalmente al salir Acuña y
Guzmán. Después de ello quienes principalmente subieron fueron Verónica y
Barnechea, sin embargo fue el último quien inicialmente aprovechara mejor esto,
ya que fue reconocido como el candidato más preparado, cualidad que los
seguidores de Guzmán valoraban más. Mientras que Mendoza, tangencialmente por
ser identificada como la candidata de la renovación. A pesar de llegar a estar
en un tercer lugar, Barnechea cometió errores de gestos, detalles y conducta
propia de lo que no se espera de un candidato. Errores que en el último debate,
el mismo ha reconocido. Acciones fallidas que para la población son difíciles de
analizar objetivamente, sin apasionamientos y sobre todo perdonar.
Sin embargo, este análisis de
ambas candidaturas, no me distrae del objetivo más importante, el modelo de Estado
debe de cambiar y son estos candidatos los únicos quienes tienen la oportunidad
real de hacerlo. Antes deben ganarle a PPK, que hasta la última encuesta era el
segundo, y luego, ganarle a Keiko en segunda vuelta. Yo espero que así sea.
Así como en el 2011, cuando
alenté el voto por Ollanta Humala, no me convirtió en un Humalover o
Nadinchevere, y critiqué o marché contra este gobierno cuando fue necesario,
ahora que aliento el voto por ambas opciones no me convierte o convertirá en un
fanático. Mi apuesta política es otra.
Para el futuro, el país espera
una organización política seria, cuyos referentes no solo durante el periodo de
elecciones recorran el país, sino como práctica constante, con un estudio
responsable del país y sus problemas, con una visión integradora de los
esfuerzos sinceros por hacer un país de bienestar para la ciudadanía, y no por
dividirnos más. Yo espero pertenecer a la generación que ofreció al país esa
propuesta.