martes, 5 de abril de 2016

¿Verónica o Barnechea?

Por: Joel Odar Egúsquiza

A finales del mes de enero, hice público mi apoyo a Alfredo Barnechea, candidato de Acción Popular, cuando este aún aparecía en el grupo de “Otros”, en las encuestas. A partir de ello algunas personas criticaron mi posición porque consideraban que mi voto debía ser por Verónica Mendoza del Frente Amplio, que en ese momento ya tenía 3%. Entendí que quienes se sorprendían por esta decisión conocían de mi identificación hacia la candidata, no solo durante este proceso electoral sino por todo su desempeño en el congreso.

Sin embargo, quienes estuvimos cerca del proceso de la más amplia unidad, sabemos lo difícil y complejo que resultó. Las organizaciones identificadas como de izquierda pasaron años intentando conformar una sola propuesta rumbo al 2016, algo que finalmente nunca se logró. Algunos, integrantes de propuestas políticas de carácter más ciudadano insistíamos que la más amplia unidad no solo se construye con las organizaciones de izquierda sino con la ciudadanía misma y que por ello la convocatoria debería ser a las ciudadanas y ciudadanos del país. Es aquí donde nace nuestra principal diferencia.

Ya a inicios de este año (tardíamente), Alfredo Barnechea, irrumpió en la escena electoral, con propuestas muy concretas y directas, sobre la renegociación del gas, costos de las medicinas, modificaciones en los impuestos para la clase media y educación de calidad. Esta capacidad de comunicación impactó tanto en la gente que rápidamente pasó a definir la agenda mediática, haciendo que el propio presidente y los demás candidatos sigan su pauta.

Después de ello las mediciones de esa primera exposición dieron porcentajes muy similares, con una ligera ventaja para Barnechea. Mendoza se había estancado, pero nunca abandonó la coherencia con su programa de izquierda, más aun si el Frente Amplio nunca tuvo como principal objetivo ganar las elecciones sino más bien representar una genuina fuerza política de izquierda que impulsara en el legislativo las reformas necesarias y que hiciera el camino para el 2021.

Sin embargo, la pregunta de ahora y siempre fue: ¿Esa coherencia con el programa de izquierda, permitiría o permitirá, ganar las elecciones 2016? La respuesta en un escenario totalmente distinto al de hoy, era definitivamente no. Con García en un quinto lugar; con un Julio Guzmán; en un cuarto lugar pero con mucha proyección a subir; con un Acuña en tercer lugar, también con proyección a subir, pero sobre todo con mucho dinero; con un PPK consolidado y con Keiko siempre con un 30%; necesitábamos mucho más que un programa ideológico, necesitamos una opción que compita eficazmente frente al agotado modelo y sus defensores.

Todos conocemos la historia de cómo, justa o injustamente, el escenario cambió radicalmente al salir Acuña y Guzmán. Después de ello quienes principalmente subieron fueron Verónica y Barnechea, sin embargo fue el último quien inicialmente aprovechara mejor esto, ya que fue reconocido como el candidato más preparado, cualidad que los seguidores de Guzmán valoraban más. Mientras que Mendoza, tangencialmente por ser identificada como la candidata de la renovación. A pesar de llegar a estar en un tercer lugar, Barnechea cometió errores de gestos, detalles y conducta propia de lo que no se espera de un candidato. Errores que en el último debate, el mismo ha reconocido. Acciones fallidas que para la población son difíciles de analizar objetivamente, sin apasionamientos y sobre todo perdonar.

Sin embargo, este análisis de ambas candidaturas, no me distrae del objetivo más importante, el modelo de Estado debe de cambiar y son estos candidatos los únicos quienes tienen la oportunidad real de hacerlo. Antes deben ganarle a PPK, que hasta la última encuesta era el segundo, y luego, ganarle a Keiko en segunda vuelta. Yo espero que así sea.

Así como en el 2011, cuando alenté el voto por Ollanta Humala, no me convirtió en un Humalover o Nadinchevere, y critiqué o marché contra este gobierno cuando fue necesario, ahora que aliento el voto por ambas opciones no me convierte o convertirá en un fanático. Mi apuesta política es otra.

Para el futuro, el país espera una organización política seria, cuyos referentes no solo durante el periodo de elecciones recorran el país, sino como práctica constante, con un estudio responsable del país y sus problemas, con una visión integradora de los esfuerzos sinceros por hacer un país de bienestar para la ciudadanía, y no por dividirnos más. Yo espero pertenecer a la generación que ofreció al país esa propuesta.  

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