La historia ya es conocida. Miguel
Santillán Arévalo, hijo de un conocido y acaudalado empresario de la región San
Martín, ha ocasionado un accidente de tránsito dejando a una joven estudiante
universitaria en estado de coma. El responsable de este trágico accidente se encontraba conduciendo una
moderna camioneta en completo estado de ebriedad. Llevaba 2.01 gramos de
alcohol por litro de sangre. El caso ha causado mucho interés de la población
por tratarse del hijo de un empresario con mucho poder económico, sobre todo, por el temor de que las autoridades liberen de
toda responsabilidad al causante del accidente.
Ayer en horas de la mañana el Juez ha
dictado prisión preventiva para Miguel Santillán, quien ocasionó el infortunado
accidente. Al mismo tiempo, al frontis del Poder Judicial se protagonizaba un
hecho por demás condenable: los amigos de Miguel Santillán, trataban de impedir
violentamente el trabajo de los periodistas. Causando empujones, golpes y hasta
intentando dañar las cámaras filmadoras de algunos reporteros. Al otro lado de
la pista, los compañeros de la víctima muy indignados por lo que ocurría
gritaban a viva voz que “a la prensa se le respeta”.
Lo que llamó poderosamente la
atención fue que algunos efectivos policiales se mostraban indiferentes frente
a la violencia que protagonizaban los “amigos” de Miguel Santillán. Es más,
aparentemente algunos policías daban indicaciones a estos sujetos que más que
amigos del responsable del accidente, parecían matones contratados para impedir
el trabajo de la prensa y de todo aquel que ose captar imágenes. No es la
primera vez que la policía se muestra complaciente frente a hechos donde se
encuentran involucrados personajes con cierto poder económico, sino recordemos
sucedido hace algunos días en la marcha del Frecides.
¿Por qué la Policía permitió que
estos sujetos agredan a los periodistas que lo único que hacían era tratar de
captar imágenes de un hecho noticioso? Y lo más lamentable fue que algunos
efectivos de la Policía también se mostraron violentos con los periodistas, tal
es así que se escuchaban las amenazas hacia algunos reporteros cuando trataban
de subir al carro policial para sacar mejores tomas de lo que venía ocurriendo.
¿Y así nos dicen que a la policía se le respeta? ¿O es que pueden más los
suculentos pollos y cerdos que serán degustados en estas fiestas navideñas?
Sin duda, este caso seguirá dando
mucho de qué hablar ya que de por medio está la vida de una joven víctima del
alcohol frente al volante. Es lamentable lo que viene ocurriendo en las dos
familias. Las dos partes involucradas son jóvenes que seguramente tenían muchos
planes para el futuro y que desafortunadamente se ven afectados. Es cierto que
nadie está libre de hechos de esta naturaleza pero también está en cada uno tomar
las medidas preventivas del caso. Lo sucedido debe servirnos para reflexionar y
ser más conscientes del daño que podemos causar por nuestra irresponsabilidad.
Que la salud de la joven universitaria se restablezca por el bien de las dos
familias, y que las autoridades judiciales hagan su trabajo con mucha
transparencia.
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