Es natural que todas las personas
tengamos la ambición de conseguir lo que nos proponemos. Claro, unos más que
otros pero los tenemos tanto a nivel personal, profesional y laboral o en lo
que nos propongamos. No está mal tener ambiciones, lo que sí está muy mal es el
camino o la forma de conseguir lo que aspiramos. Por ejemplo: qué pasa con
aquellos que aspiran a un cargo político. Sólo basta con revisar los diarios
locales para darnos cuenta de las actitudes que adoptan estas personas para
saber hasta dónde son capaces de llegar.
El apetito de llegar a ser, no
distingue edad, raza, credo o lo que sea. Muestra de ello también los vemos en las
noticias. Por lo general estas personas le ponen precio a su consciencia y
dignidad. Y son justamente aquellos que dicen ser políticos quienes mayormente
nos muestran ejemplos de cuán fácil es ser incoherentes frente a los demás. Y en
esta campaña electoral los vemos, son candidatos a regidores, alcaldes,
consejeros y hasta presidentes regionales. Nadie se escapada de la necedad. Sin
duda son las campañas electorales las que nos hacen conocer a las personas tal
y como son.
Nadie está libre de que caer en
la incoherencia, es decir entre lo que pregonamos y nuestras acciones. Somos
seres con propensión a equivocarnos, pero la idea es tratar de hacerlo menos. Y
sin duda, lo más repudiable es tomar posturas convenientes a intereses
personales, subalternos y hasta perjudiciales para la mayoría. Y justamente eso
nos viene mostrando día a día nuestros dignos y honorables candidatos. Como
dice la letra de una canción de la gran banda de rock, La Sarita “Nos quieren gobernar, y aquí lo que nos falta es
ética y moral”.
Sí, justamente es lo que nos falta sobre
todo a las y los candidatos que se llenan la boca diciendo que lucharán contra
la corrupción, y tantas cosas que prometen. Claro que tienen que hacerlo, será
parte de sus funciones si llegan a ser elegidos pero la gran pregunta es ¿Con
todos los antecedentes que presentan harán lo que tanto dicen? Lo dudo mucho. Y
es ahí que tenemos que estar las y los ciudadanos que pretendemos cambiar estas
cosas. Y citando nuevamente a La Sarita “para arreglarlo hay que ir a la raíz,
sólo un cambio en nuestras mentes salvará a éste país”.
También tengo que mencionar a las y los
jóvenes a quienes nos dicen que somos el presente y futuro del país. Sí, así
nos dicen y nosotros nos la creemos. Y claro que es cierto si no fuera por las
actitudes de quienes al igual que los “viejos” se llenan la boca diciendo que
somos diferentes, que somos el cambio y que lucharemos contra las malas
prácticas de la política, que combatiremos la corrupción y tantas otras cosas
que repetimos como “ellos” sin embargo muchos jóvenes a quienes conozco
hacen todo lo contrario.
En algunos casos las y los jóvenes no
medimos en el instante las consecuencias de nuestros actos. Pero lo más
terrible y reprochable es la actitud de aquellos que por intereses personales y
por la ambición de llegar a ocupar un cargo terminan en algunos casos hasta
vendiendo su consciencia al mejor postor, repitiendo lo mismo de los “viejos”.
Un día nos dan cátedra de ética y moral y otro día sin reparos y sin temores
buscan impunidad, sobre todo para sus “jefes”. Entonces, lo que nos falta
aprender y ponerlo en práctica es un poco más de ética y moral para ser mejores
ciudadanos.
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