Se ha iniciado un intenso debate en las redes sociales sobre la eliminación de los programas de televisión “Esto es guerra” y “Combate”. De un lado, los críticos afirman que la televisión debería tener contenidos educativos que permitan a los niños desarrollar sus interacciones sociales y fortalecer sus valores.
Evidentemente, para ese grupo de personas, los programas mencionados no cumplen ninguno de esos fines. De otro lado, los que están a favor sostienen que no debería existir un control sobre los contenidos de la oferta televisiva.
Pero, ¿cuáles son los fines de la televisión y los límites que debe tener? Para responder se debe revisar la Ley de Radio y Televisión: “los servicios de radiodifusión tienen por finalidad satisfacer las necesidades de las personas en el campo de la información, el conocimiento, la cultura, la educación y el entretenimiento, en un marco de respeto de los deberes y derechos fundamentales, así como de promoción de los valores humanos y de la identidad nacional.” Además, menciona que el respeto del pluralismo informativo político, religioso, social y cultural es un principio esencial.
De esa manera, si la función educativa es sólo una de varias funciones de la televisión (como el entretenimiento), entonces no se puede juzgar todos los programas por su contenido educativo. Sin embargo, en cada uno de esos programas sí existen límites que deben mantenerse y que deben ser compatibles con la libertad de expresión, tales como el respeto y la promoción de los valores humanos. Pero, ¿bajo qué criterio se determinan los límites?
¿Quién puede determinarlos?
Históricamente, los controles formales o informales del Estado han respondido a intereses de los gobernantes de turno. En ese sentido, el control de medios de comunicación realizados a través de la censura legal a lo largo del siglo XX, así como la autocensura de varios dueños de medios de comunicación (aquellos que recibieron “incentivos” en la conocida sala del SIN) han generado situaciones de desigualdad informativa y restricciones al derecho de información.
Contrariamente, la falta de control sobre los medios de comunicación también ha ocasionado que los medios de alcance nacional sean utilizados, en su mayoría, por pequeños grupos empresariales que participan como actores políticos y comerciales, con sus propios intereses y demandas. Dicha situación ha dejado en evidencia que las leyes del mercado no siempre aseguran que sea la “demanda” la que determina la “oferta.
En esta discusión es difícil encontrar fórmulas ganadoras, pero hay algunas propuestas que valdría la pena discutir para garantizar que la televisión cumpla sus verdaderos fines: el control posterior de aquellos programas que degraden o humillen a un grupo de personas, los incentivos para generar una mayor oferta y variedad de programas, y la regulación para asegurar una pluralidad real en la oferta visual y editorial de los medios a nivel nacional. Esta discusión recién empieza.
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