Primero fue el acalde de la provincia de
Lamas, Fernando del Castillo y ahora de Mariscal Cáceres, Renán Saavedra. Es lamentable
ver a estas autoridades que fueron elegidos para dirigir el desarrollo de un
puebloy que ahora estén involucrados en actos de corrupción. Personas que
cuando eran candidatos rechazaban estos actos y garantizaban una gestión
transparente, ahora se encuentran entre la oscura nube de la corrupción. Qué
decepción para las y los ciudadanos que depositaron su confianza en ellos.
Ambos han sido denunciados por recibir una
supuesta coima para favorecer a empresarios dedicados a la construcción. En los
dos casos las pruebas son contundentes y no será fácil demostrar su inocencia.
¿Acaso el caso de Lamas no le sirvió de ejemplo a otros alcaldes y empresarios
para tomar conciencia y saber que la corrupción tiene patas cortas? Aunque
también es cierto que en muchos casos tienen patas tan largas que a muchos
denunciados les permiten seguir caminando lejos y hasta son candidatos y van a
la reeleción.
¿Debería sorprendernos este tipo de casos?
Los medios de comunicación de alcance nacional y local nos informan a diario
sobre congresistas, presidentes regionales, consejeros, alcaldes y regidores,
quienes de alguna u otra manera están inmersos en casos de corrupción. En
algunos casos donde las evidencias son irrebatibles la justicia actúa de
inmediato y los involucrados ya están presos mientras duren las
investigaciones. Pero en otros como son de ex presidentes de la república, las
investigaciones duermen el sueño de los justos.
La corrupción está tan enquistada y
normalizada en la sociedad que a mucha gente le da igual que su alcalde o
presidente esté involucrado en casos así. “No importa que robe pero que haga
obras”, es la típica frase que escuchamos en hombres y mujeres, jóvenes y
adultos, profesionales y no profesionales. ¿Qué hacer cuando la gente llega a
estos niveles de pensamiento? Sobre todo en los jóvenes que se supone están en
plena formación, y que recién están empezando a vivir para ser mejores
personas.
¿Somos conscientes del daño que genera los actos de corrupción de
estas malas autoridades? Según el Contralor de la República FuadKhoury, la
corrupción en el Perú genera pérdidas por US$3.570
millones al año. Además, este mal afecta directamente a 9,6 millones de peruanos que viven en la pobreza. ¿Se da cuenta la
población del daño que genera la corrupción? Pero estos actos no sólo deben ser
rechazados cuando los comente una autoridad o funcionario público sino también
de aquellos empresarios que muchas veces son los que ofrecen la coima.
Otro
dato importante para tener en cuenta es que el 44% de peruanos considera a la corrupción como uno de los principales
problemas que enfrenta el país, así lo reveló la Encuesta Nacional sobre
Percepciones de la Corrupción en el Perú 2013, que fue realizada en 16
regiones del país por la empresa Ipsos Perú por encargo de Proética. “El
estudio también indica que 3 de cada 5 entrevistados consideran que la
corrupción es el principal obstáculo que enfrenta el Estado, el cual le impide
lograr el desarrollo del país”.
¿Con
autoridades así qué futuro nos espera? Todos somos propensos a cometer errores,
y me imagino que siendo autoridades la seducción del dinero debe ser tan fuerte
que ya sabemos a dónde les lleva. Sólo nos queda seguir en el camino de la
formación para ser mejores ciudadanos y aportar desde donde estemos para lograr
una mejor calidad de vida para nuestra gente. Ahora que estamos cerca de un proceso
de elección de alcaldes y Presidente regional hay que tener mucho cuidado con
aquellos que ya tienen antecedentes, es mejor decirlos nunca más.
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